La política, como ámbito de pensamiento y como actividad inescindible del hombre en sociedad, parece quedar relegada a un objeto de mercantilización, flácida y escueta.

Éste es el doloroso resultado que produce la lectura de algunos datos de nuestra cotidiana realidad pública. Lo ocurrido en el seno de la Cámara de Diputados de la Provincia, es patético. El bloque mayoritario (Compromiso Federal y aliados) apartándose del reglamento interno, suprimió el estado legislativo de treinta pedidos de informes elaborados por la oposición, y en imperturbable soledad impuso el número desechando aquéllas solicitudes legislativas, y aprobando las Cuentas de Inversión del año 2013 severamente objetadas hasta el momento.

Tal, entonces, el grado de distorsión que viene a padecer la actividad parlamentaria por obra de una mayoría oficialista que degrada el quehacer legislativo. ¿Quién puede dudar –acaso- de lamentable continuidad en los hechos, y en decisiones institucionales de violentar el espíritu de la constitución, sustrayéndole a la oposición el miembro que le correspondía en el Tribunal de Cuentas? , ¿Por voluntad de quién ó quiénes se delegan poderes indelegables en el Poder Ejecutivo?, ¿Por decisión de quién se aprueban cuentas de inversión sin la presencia e intervención de legisladores opositores, y se archivan importantísimos pedidos de informes? La deleznable consigna cumplida como si fuera un rito de carácter cuasi religioso por la mayoría oficialista y sin la menor sospecha, se reduce definitivamente en suprimir los controles constitucionales, ora Tribunal de Cuentas, ora cuentas de inversión.

Esta degradación es antigua y reconocida, pero jamás aceptada por la oposición. En la medida en que, formalmente, la institución parlamentaria se estabiliza en su continuidad, esa decadencia se va agravando en San Luis. Es una identidad diluida por la propia voluntad de los seudo representantes oficialistas, la vieja crisis de representatividad llega así a un paroxismo inédito en la Cámara de Diputados de la provincia.

La historia no es lineal, ni tiene continuidades perfectas, pero faculta la búsqueda de un sentido, que aleje la amenaza del absurdo. Dicho de otro modo: estamos frente a un régimen, que ata lo político a lo económico con latencias represoras y vocación reaccionaria. Porque, en efecto por sus características y sus voluntades, sigue siendo impulsor del retroceso en la calidad institucional estructurando una sociedad antidemocrática en la que los principios rectores del sistema republicano aparecen desconectados cuando no pervertidos.

El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.-

FUENTE:
UCRSANLUIS.ORG.AR