Para los radicales hoy es un día nefasto, el segundo gobierno de Yrigoyen (1928-1930), caía víctima de una serie de intereses y circunstancias que desde ese día, jamás abandonarían la escena institucional del país y tendrían su más cruda expresión en la dictadura de 1976.

El régimen, esa oligarquía que había gobernado a la nación antes de la asunción de la primer presidencia de Yrigoyen, y que se jactaba de estar civilizando al país cuando en verdad lo sometía a la voluntad de las grandes empresas de otros países, convirtiendo a Argentina en un país dominado por Inglaterra y en menor medida EEUU, sintió que debía actuar contra el impulso de medidas y conductas que orientaban al pueblo a lograr su autodeterminación.

A horas de caído el primer Presidente surgido del voto universal secreto y obligatorio, liminar conquista del radicalismo, el régimen puso a sus personeros a gobernar: Octavio Pico y Horacio Beccar Varela, ministros de Obras Públicas y de Agricultura, miembros de la refinería El Cóndor; Ernesto Bosch, Ministro de Relaciones Exteriores, presidente de la filial de la Anglo Persian en la Argentina, Matias Sanchez Sorondo, Ministro del Interior, abogado de la Standard Oil, fueron los mas visibles.

La dictadura de Uriburu se rindió ante las presiones de los intereses petroleros privados que fueron quienes generaron un ambiente hostil hacia las medidas de gobierno propuestas para salir de la crisis mundial en que nuestra República no era la excepción. Así se logró destituir a Mosconi al frente de YPF, abandonar el proyecto de nacionalización y confirmar las concesiones en la provincia de Salta a la Standard Oil.

Hoy a 83 años, lejos estamos de celebrar una recuperación en materia energética, lejos estamos de manejar nuestros recursos hidrocarburiferos y mineros, lejos estamos de haber logrado nuestra autodeterminación soberana como sociedad madura, salvo en breves periodos como ocurrió cuando gobernó el país otro ilustre radical: Arturo Illia. Baste para ello, analizar los índices de pobreza, abandono escolar, calidad de vida, acceso a servicios de agua potable y cloacas, economías regionales, coparticipación federal, etc.

La tarea del radicalismo esta inconclusa, lejos de ser una frase vacía de contenido, la historia nos ha dado la razón que nuestra lucha debe ser la lucha de los desposeídos, que nuestra acción debe estar orientada por la búsqueda de progreso y libertad con justicia, que debemos seguir haciendo lo que mejor sabemos hacer, ejerciendo nuestro apostolado cívico que no es otra cosa que hacer política radical, basada en los principios y valores del radicalismo.

Fuad Sosa
Titular de la UCR de Entre Ríos