Aunque se procure disimular la gravitación de las recientes elecciones primarias en la vida del país y de la provincia, hechos de estos días muestran ciertos cambios de actitud por parte del oficialismo en algunos aspectos. Hubo un sacudón, no se duda.

Nunca descansa la política. Está presente, con diferente graduación e incidencia, en todas las actividades. Sin embargo, esta semana en nuestro país se tomó un respiro, quizá juntando energías para lo que viene. 

En los días inmediatos a las primarias del 11 de agosto hubo infinidad de comentarios, análisis, reacciones, algún berrinche presidencial, cálculos de probabilidades, pronósticos y especulaciones, pero después las aguas se calmaron.

Por lo pronto, superando el disgusto inicial, la Presidenta abrió la puerta y convocó a lo que oficialmente se conoce como diálogo. Tanto en la primera reunión de Río Gallegos como en la de esta semana y su derivación hacia comisiones de trabajo, no estuvieron todos, sino los sectores más afines al gobierno junto a los que no causan problemas. 

Los demás, afuera. Por supuesto el campo, pese a su condición de motor de la economía nacional en la última década. Si no fuera por el campo estaríamos todavía pataleando y empantanados en 2001. El oficialismo lo reconoce de manera implícita cuando habla de la recuperación de la economía a partir de 2003 (podría ser desde 2002, según como se lo mire) por impulso de la mayor demanda internacional de productos primarios y el reacomodamiento cambiario al salir del “uno a uno”. 

De todos modos, pese a su fragmentación, el diálogo es un avance. Y si bien todavía parece incompleto y restringido a una agenda oficial, por lo menos posibilita que la Presidenta escuche otras opiniones. Si quienes componen la mesa se manifiestan o no, ya es otra cuestión.

Los tiempos cambian
A pesar de esas limitaciones, el diálogo revela un cambio de actitud. Peor es nada. Y se trata de la primera consecuencia de las primarias. Hubo otras, reveladoras del impacto que el resultado electoral produjo en el oficialismo. 

Sobresale esta semana la modificación del impuesto a las ganancias, un reclamo que llevaba por lo menos dos años sin encontrar eco alguno en el gobierno. Hasta los paros y movilizaciones de sindicatos opositores fueron inútiles. Nadie los escuchó. Pero ahora las urnas hablaron y se hizo necesario atenderlas. 

De lo que se duda es de la eficacia electoral de una medida de esta naturaleza, que bien pudo haberse adoptado hace un año o dos. 

En una escala menor se inscribe también como una consecuencia de las primarias, la concurrencia de funcionarios y referentes K a programas críticos de radio y televisión. Hasta hace tres semanas se rumoreaba que “desde arriba” se les prohibía hacerlo. Lo cierto es que después del resultado electoral han comenzado a aparecer en esos medios, aceptar entrevistas y diálogos, formular declaraciones, en fin, una actitud normal de cualquier oficialismo en democracia. 

Más aún, el candidato K, Martín Insaurralde, propuso nada menos que un debate público antes de las elecciones, algo impensado desde el FpV hasta hace menos de un mes. Será restringido a la provincia de Buenos Aires -lo único que interesa en la política argentina actual, según se ve-, pero de todos modos habrá debate, instancia que el kirchnerismo había eludido sistemáticamente en casi toda la década.

Y esto también revela un cambio de actitud ante el fracaso de la política de encierro y desconocimiento del otro, impuesta hasta ahora.

Las barbas del vecino
En Entre Ríos la situación es distinta, porque el oficialismo retuvo la primacía electoral. No obstante, perdió 15 puntos, pese al formidable y costoso aparato de propaganda, que pagamos todos, por supuesto. Aquí los dirigentes K (¿o U?) recordaron que “si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar”, conforme reza el antiguo proverbio español. 

Así ha ocurrido por estos días. El jueves el gobernador Urribarri accedió al último planteo formulado el 23 de julio por la Federación Agraria Argentina acerca de la situación de muchos pequeños y medianos productores “a las puertas del remate” porque no pueden pagar el impuesto inmobiliario rural. 

Hace más de un año y medio, desde la sanción del presupuesto 2012 y la reforma de media docena de artículos del Código Fiscal, el tema está en discusión. En muchos casos el gravamen aumentó entre el 400 y 500%. Hubo protestas, movilizaciones, incidentes, acusaciones y por supuesto descalificaciones del reclamo y de sus protagonistas por parte de varios funcionarios.

El 23 de julio el gobernador dejó pintados a esos funcionarios al disponer “no avanzar en los trámites de embargo y revisar caso por caso”. Culminó el trámite el jueves de esta semana -ahora sí con el escrutinio a la vista- al anunciarse el decreto de implementación de un plan de regularización del impuesto inmobiliario rural y subrural. 

Si esto no es consecuencia del sacudón del 11 de agosto, se le aproxima bastante. De todos modos es una buena medida.

Tan buena como la duplicación de partidas a los comedores escolares, registrada también esta semana. Quienes están en el tema aseguran que todavía es insuficiente la asignación de 4,50 ó 5 pesos -según los casos- por asistente y por día.

Es probable que otras medidas empujadas por las primarias se adopten estos días, tanto en el orden provincial como nacional. ¿Por qué no recordar a Martín Fierro?: ”No hay cosa como el peligro / pa’ refrescar un mamao; / hasta la vista se aclara / por mucho que haiga chupao.” 

MARIO ALARCÓN MUÑÍZ

FUENTE:
ELDIA (Diario de Gualeguaychú)